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Más allá de la cultura: las políticas de traducción

Si hay en el discurso cultural contemporáneo una palabra de moda ésta es traducción. Pocas nociones han hecho una carrera tan rápida en el mundo intelectual. Un concepto de orígenes bastante humildes fue repentinamente elevado a la posición de una de las metáforas clave de los discursos político y cultural. Como el hechizo de un cuento de hadas, se supone que la traducción es la llave que abre todas las puertas y resuelve todos los problemas de un mundo que se globaliza. Pero ¿cómo es posible que una noción derivada de una específica práctica literaria y lingüística haya llegado a alcanzar un papel político, cultural e incluso emancipatorio de tal importancia?

Al mismo ritmo que aumenta su importancia, la traducción ha visto cómo se multiplican sus significados. Ya no se usa exclusivamente para describir los procesos de comunicación entre diferentes lenguas, sino que también se ha vuelto un modelo espacio-temporal de relaciones geopolíticas e identidades posnacionales e incluso, en última instancia, en una metáfora de la propia cultura. De acuerdo con Étienne Balibar, la lengua de Europa no es ninguna de las lenguas nacionales existentes, sino la traducción como tal. La traducción se propone así como la base de una nueva identidad europea fundada en una circunscripción de personas cosmopolitas y migrantes. Pero no sólo se estima que la traducción es capaz de reemplazar el viejo modelo de una comunidad basada en un lenguaje común, también sirve para explicar las funciones básicas de la conciencia, la creación de subjetividades transnacionales, la reconstrucción de un lenguaje adámico, la creación de la multitud, así como las transferencias de la esfera política a la estética. Podemos describir las políticas de exhibición de un museo como un proceso de traducción, de la misma manera que podemos utilizar la traducción para describir el llamado tercer espacio del cosmopolitismo posnacional. Se supone que forma la base de la esfera pública, así como sirve para sugerir una nueva visión de la emancipación. En última instancia, reemplaza incluso la vieja noción de universalidad. En una era posdialéctica, de la que se dice que ha superado las divisiones binarias y el pensamiento metafísico, la traducción proporciona un modelo para los procesos incesantes de mediación en el que no caben identidades fijas ni líneas fronterizas estables. En síntesis, no parece haber problema en el mundo para el que la traducción no ofrezca solución.

Pero ¿acaso se ha cumplido el papel redentor que se supone que asume la traducción cultural? En esta época, en la que los antagonismos binarios se reestablecen violentamente a todos los niveles políticos, culturales y sociales a lo largo y ancho del mundo ―no digamos en el marco de la llamada guerra contra el terror― el modelo de la traducción parece haber tenido pocos efectos. Y sus deficiencias prácticas ponen en duda muchas de las predicciones optimistas que vislumbraban un nuevo cosmopolitismo globalizado basado en la traducción cultural. No necesitamos ir muy lejos para comprobar que la traducción no facilita una solución en todas las situaciones, cuando vemos que se hacen enérgicos esfuerzos para instalar nuevos lenguajes nacionales o para conservar el carácter supuestamente sagrado de ciertos textos. Recordemos la institucionalización de varias lenguas nacionales en la Europa de los años noventa. En un clásico ejemplo de profundo narcisismo político de las diferencias minúsculas, una gigantesca burocracia de la traducción se instaló allá donde en realidad no se necesitaba traducción alguna. En muchas de estas situaciones, la traducción efectivamente crea nuevas divisiones al instalar fronteras lingüísticas y culturales artificiales. Así, la traducción no sólo abole algunas fronteras sino que también ayuda a crear otras. ¿Hemos sobrepasado el crédito de la noción de traducción?

Para comprender en qué situación se ha metido la noción de traducción, recordemos el viejo chiste de la orden que se transmite de boca en boca a lo largo de una fila de soldados. Lo que originalmente decía “Giren a la izquierda en la próxima esquina”, acaba traducido como “Dispárense en el pie inmediatamente”. ¿Podemos pensar, en el sentido de esta metáfora, que la traducción se ha pegado un tiro en el pie? ¿O sigue siendo una herramienta conceptual valiosa para comprender el impasse que en las ciencias sociales y en los estudios culturales ha ocasionado la obsesiva traducción de los procesos políticos y culturales en procesos culturales?

El proyecto translate intenta establecer una plataforma para el desarrollo de una amplia crítica del concepto de traducción cultural: estableciendo sus limitaciones, lo que se busca es aclarar su perfil y desplegar su pontencial concreto. La inflación de su uso ha ocultado las consecuencias radicales que una implementación práctica de la traducción cultural habría tenido en el ámbito de la cultura nacional, basada en la construcción de cánones nacionales exclusivos, en sistemas nacionales de educación y, por tanto, en la formación de elites culturales nacionales; todo ello firmemente afianzado en las condiciones materiales estables que lo apoyan. Cualquier intento real de promover la traducción cultural provocaría invariablemente cambios en un sistema en el que la cultura global es el resultado de la suma de las culturas nacionales. Pero ¿hay en la articulación cultural y política actual alguna esfera para los sujetos de la traducción cultural que identifica Balibar, es decir, para las personas cosmopolitas y migrantes u otros grupos que no estén apoyados por la infraestructura tradicional de la cultura nacional y la estructura política del Estado nación? Y, esa esfera, ¿dónde estaría localizada? ¿Es la traducción cultural un modo de desplegar la diferencia o de controlarla? ¿Qué consecuencias prácticas tiene para trabajar en un marco transnacional? ¿Cómo se realiza en la práctica artística y en el seno de los movimientos sociales y políticos? Translate discutirá estas cuestiones a nivel teórico y también en el marco de diez proyectos artísticos realizados por las instituciones que colaboran con translate.

Joaquín Barriendos

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Marcelo Expósito

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